En el capítulo de hoy, nuestra serie dedicada a los árboles
devoradores de hombres nos traslada imaginariamente al otro confín del mundo.
Las intrincadas selvas de Nueva Guinea nos esperan para mostrarnos la historia
de una espeluznante criatura capaz de matar por medio de descargas eléctricas.
Su nombre, Elessia eléctrica. El
momento, finales del siglo XIX, una época llena de fabulosas aventuras
relacionadas con lo más oculto del mundo vegetal…
 |
Lugar aproximado donde se encontró Elessia electrica |
El 6 de octubre de 1885, una expedición alemana comandada
por el teniente Von Immer Gassende y un científico de apellido Kümmel,
desembarca en una bahía al este del cabo Della Torre de la entonces Nueva
Guinea Alemana, con el vapor-correo francés Salazie,
procedente de Sidney.
Tras un agotador viaje de doce días hacia el interior de la
isla, durante los que tuvieron que soportar enjambres de temibles mosquitos, zonas
pantanosas, amenazadoras criaturas y la hostilidad de los nativos, la
expedición descubre una meseta de vegetación menos densa e insalubre, situada a
unos 1500 metros de altitud.
Nada más llegar, el grupo se vio sorprendido por la presencia
de numerosos esqueletos de animales esparcidos en los claros del bosque. El
silencio era casi total y la brújula que les ayudaba a guiarse comenzó a fallar
como si estuviera “completamente borracha”,
en palabras del teniente Von Immer.
¿Un cementerio de animales en mitad de una anomalía
magnética?
El Dr. Kümmel, la persona encargada en la expedición de catalogar
posibles nuevas especies de animales y plantas, encontró algo sorprendente en
el lugar. En uno de estos claros sobresalía la figura de un árbol de gran
tamaño perteneciente a una especie desconocida. La criatura estaba rodeada de
extrañas raíces con pústulas que sobresalían del suelo, rodeando al árbol como
si de un sistema de defensa se tratara.
 |
El vapor-correo Salazie en el puerto de Marsella |
Sabiendo que estaba ante una especie sin catalogar, Kümmel
ordenó a uno de los seis soldados que les acompaña que cortara una de las
pústulas con su machete. En su interior, la protuberancia presentaba un curioso
núcleo negro y duro. El doctor, que nunca había visto nada igual, fue a recoger
la muestra cuando -de repente- gritó de dolor, cayendo aturdido al suelo al
recibir una potente descarga eléctrica. Otro de los miembros de la
expedición, tomó el trozo de árbol y
sufrió la misma suerte.
A pesar de lo sucedido, decidieron realizar un experimento. Como no
tenían un galvanómetro a mano, tomaron un alambre de cobre doblado y lo colocaron en
cada extremo del núcleo. Al hacerlo,
éste generó una violenta explosión de energía eléctrica, lo
suficientemente fuerte como para quemar el alambre. El extraño árbol tenía
corriente propia…
En su diario de viaje, Von Immer escribió lo siguiente sobre
el curioso espécimen: "Cada rama del
árbol presentaba núcleos similares, los cuales parecían hacer circular corriente
por todo su organismo. No sé cómo ni cuanta energía podía almacenar, pero debo
decir que era lo suficiente para derribar a un hombre adulto. Hicimos muchos más experimentos en el árbol,
y lo habríamos cortado, pero parecía un trabajo peligroso para emprender. Vimos
muchos más del mismo tipo más allá, un bosque entero, de hecho”.
 |
Nueva Guinea Alemana (1885-1918) |
Un regreso precipitado…
A pesar de esta afirmación, se cree que se tomaron muestras
de la criatura (de sus semillas, núcleos y ramas) y se llevaron de regreso a
Alemania, donde se perdió su pista. Por desgracia, los expedicionarios tuvieron
que volver apresuradamente a su barco a causa de la repentina enfermedad de Von
Immel, aquejado de una cruel y peligrosa fiebre.
Ya en el barco de vuelta, el químico de a bordo analiza el
núcleo de las protuberancias, concluyendo que se trata de un tipo de carbón muy
puro con unas pequeñas trazas de ceniza.
Tiempo después, el Dr. Kümmel especuló con que el extraño
árbol era el causante necesario de la presencia de los esqueletos de animales
en la zona, a los que habría matado mediante sus descargas eléctricas. Bautizó
a la nueva especie como Elassia eléctrica,
por su inusual característica, pero jamás se encontró otro ejemplar para dar
veracidad a su historia.