lunes, 26 de abril de 2021

Hace 100 años ya se creía que las plantas podían ver

El lado menos conocido del mundo vegetal ha fascinado desde siempre a científicos de todos los países. Hoy recordamos una noticia publicada en Las Ocurrencias allá por 1913 que describe  los recientes (entonces)estudios realizados sobre la visión de las plantas.

Las Ocurrencias fue una publicación quincenal editada en Madrid entre 1911 y 1913. Salpicaban sus páginas noticias curiosas, sucesos y la actualidad política y social del momento. Entre las curiosidades publicadas he encontrado esta nota del número 125, correspondiente al 6 de septiembre de 1913, que me ha parecido interesante compartir.

En su página 7 podemos leer: “Un profesor de botánica del Instituto de Gratz ha comprobado que las células epidérmicas de algunas plantas forman espejos convexos, análogos a las facetas del ojo de un insecto.

Estas facetas son muy numerosas en los insectos; se cuentan 4.000 en la mosca y 17.000 en algunas mariposas.

Por medio de un aparato especial, el sabio ha llegado á fotografiar las células epidérmicas de algunas plantas, habiendo obtenido en los clichés imágenes microscópicas de objetos situados á diferentes distancias. El experimento especialmente se ha realizado sobre las hojas de arce, sicomoro y acanto del Perú.

Deduce, en consecuencia, el profesor que muchas plantas están dotadas  de vista, pero su visión, a pesar de todo, no es consciente.”

Coincidencia con estudios más recientes

La nota no deja de ser una curiosidad publicada hace más de cien años. Lo curioso es que está en consonancia con algunas publicaciones mucho más recientes. Así, en 2017, Marta Zaraska -en el número de enero de la revista Investigación y Ciencia- publica un artículo titulado “Vegetales con visión” que revisa una idea que ya vemos que  no es nueva en absoluto. Las primeras investigaciones en este sentido datan de principios del siglo XX cuando Francis Darwin sugirió que las hojas de las plantas poseen un órgano al que llamó ocelo, una curiosa combinación de células lenticulares y fotosensibles.

Puedes leer este interesante artículo en el siguiente enlace y pensar que, lo que nos parece muy nuevo o muy avanzado en investigación, suele tener un antecedente vanguardista y sorprendente, como es el caso del estudio del botánico austriaco de 1913.