miércoles, 10 de mayo de 2017

Árboles devoradores de hombres (V): El árbol eléctrico de Nueva Guinea

En el capítulo de hoy, nuestra serie dedicada a los árboles devoradores de hombres nos traslada imaginariamente al otro confín del mundo. Las intrincadas selvas de Nueva Guinea nos esperan para mostrarnos la historia de una espeluznante criatura capaz de matar por medio de descargas eléctricas. Su nombre, Elessia eléctrica. El momento, finales del siglo XIX, una época llena de fabulosas aventuras relacionadas con lo más oculto del mundo vegetal…

Lugar aproximado donde se encontró Elessia electrica

El 6 de octubre de 1885, una expedición alemana comandada por el teniente Von Immer Gassende y un científico de apellido Kümmel, desembarca en una bahía al este del cabo Della Torre de la entonces Nueva Guinea Alemana, con el vapor-correo francés Salazie, procedente de Sidney.

Tras un agotador viaje de doce días hacia el interior de la isla, durante los que tuvieron que soportar enjambres de temibles mosquitos, zonas pantanosas, amenazadoras criaturas y la hostilidad de los nativos, la expedición descubre una meseta de vegetación menos densa e insalubre, situada a unos 1500 metros de altitud.

Nada más llegar, el grupo se vio sorprendido por la presencia de numerosos esqueletos de animales esparcidos en los claros del bosque. El silencio era casi total y la brújula que les ayudaba a guiarse comenzó a fallar como si estuviera “completamente borracha”, en palabras del teniente Von Immer.

¿Un cementerio de animales en mitad de una anomalía magnética?

El Dr. Kümmel, la persona encargada en la expedición de catalogar posibles nuevas especies de animales y plantas, encontró algo sorprendente en el lugar. En uno de estos claros sobresalía la figura de un árbol de gran tamaño perteneciente a una especie desconocida. La criatura estaba rodeada de extrañas raíces con pústulas que sobresalían del suelo, rodeando al árbol como si de un sistema de defensa se tratara.

El vapor-correo Salazie en el puerto de Marsella

Sabiendo que estaba ante una especie sin catalogar, Kümmel ordenó a uno de los seis soldados que les acompaña que cortara una de las pústulas con su machete. En su interior, la protuberancia presentaba un curioso núcleo negro y duro. El doctor, que nunca había visto nada igual, fue a recoger la muestra cuando -de repente- gritó de dolor, cayendo aturdido al suelo al recibir una potente descarga eléctrica. Otro de los miembros de la expedición,  tomó el trozo de árbol y sufrió la misma suerte.

A pesar de lo sucedido,  decidieron realizar un experimento. Como no tenían un galvanómetro a mano, tomaron un alambre de cobre doblado y lo colocaron en cada extremo del núcleo. Al hacerlo,  éste generó una violenta explosión de energía eléctrica, lo suficientemente fuerte como para quemar el alambre. El extraño árbol tenía corriente propia…

En su diario de viaje, Von Immer escribió lo siguiente sobre el curioso espécimen: "Cada rama del árbol presentaba núcleos similares, los cuales parecían hacer circular corriente por todo su organismo. No sé cómo ni cuanta energía podía almacenar, pero debo decir que era lo suficiente para derribar a un hombre adulto. Hicimos muchos más experimentos en el árbol, y lo habríamos cortado, pero parecía un trabajo peligroso para emprender. Vimos muchos más del mismo tipo más allá, un bosque entero, de hecho”.

Nueva Guinea Alemana
(1885-1918)
Un regreso precipitado…

A pesar de esta afirmación, se cree que se tomaron muestras de la criatura (de sus semillas, núcleos y ramas) y se llevaron de regreso a Alemania, donde se perdió su pista. Por desgracia, los expedicionarios tuvieron que volver apresuradamente a su barco a causa de la repentina enfermedad de Von Immel, aquejado de una cruel y peligrosa fiebre.


Ya en el barco de vuelta, el químico de a bordo analiza el núcleo de las protuberancias, concluyendo que se trata de un tipo de carbón muy puro con unas pequeñas trazas de ceniza.

Tiempo después, el Dr. Kümmel especuló con que el extraño árbol era el causante necesario de la presencia de los esqueletos de animales en la zona, a los que habría matado mediante sus descargas eléctricas. Bautizó a la nueva especie como Elassia eléctrica, por su inusual característica, pero jamás se encontró otro ejemplar para dar veracidad a su historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario